Es la que acompaña al atardecer en su despedida.
La que abre un fino lienzo de estrellas,
y rocía con su hielo las hojas
en la entrada de un nuevo amanecer.
Sus luces artificiales nos guían.
Su luz natural altiva y poderosa nos enseña su fuerza:
la de los mares y océanos,
la de sus breves encuentros con el sol.
Es aquella que muchos temen y otros ansían.
En la que los débiles sobreviven,
y los depredadores buscan su alimento,
o su venganza.
Es la madre del invierno,
la enemiga del verano,
la que invade nuestros pensamientos y preocupaciones.
Es la amante del silencio.