Desnuda ante la oscuridad que precede a la tormenta y sacude la calma.
Con rasguños en brazos y pies por la lucha constante. Por el debate que nunca acaba entre lo bueno y lo malo, lo correcto y lo incorrecto.
El nudo en el estómago por las vísceras calientes, por la sangre que fluye de una parte a otra de las profundidades de la piel.
El grito ahogado. La rectitud que lo reprime cada vez que aparece.
Las lágrimas en silencio y la sensación de injusticia. El corazón quebrado de tanto anhelo y dolor.
La espera interminable por el capricho indecoroso.
El «quiéreme» que nunca llega.
La desesperación.