Sigue tan bello y tan frágil como el primer día.
Sus ojos son sinceros. Sus labios son callados. Pero sabe leer los primeros e intuir los segundos. Quiere sentirlos cerca, siempre.
Sus manos, grandes y armoniosas, le dan el calor y el cariño que necesita.
Quiere seguir cuidando de él, arrastrarle a su locura. Sentir que este pequeño mundo no es solo para ella. Que él tiene su hueco, y su testigo.
Su pecho junto a su espalda, no hay mejor momento. Ni siquiera el silencio.
Todo se apaga, excepto su magia. La que los mantiene vivos.